jueves, 8 de marzo de 2018

La forma del Agua de Guillermo del Toro

Quisiera empezar si ustedes me lo permiten, con…
Había una vez en una Ciudad que olía a tierra mojada un niño que como tú y como yo le temía a los monstruos, de nombre Guillermo, Memo para sus cuates, y como todos en alguna ocasión mojaba la cama en las noches, pero las causas para cada quien son variadas, para Memo las sombras con formas lúgubres le impedían dar ese primer paso, cuenta la leyenda que cierto día enfrentó aquello que tanto temía eh hizo un pacto, me imagino que tomó todo el valor de su gran corazón y con el coraje que solo los destinados a grandeza tienen, pronunció con aplomo la siguiente frase, si ustedes no me hacen nada y me permiten ir al baño, les prometo ser su amigo de aquí al ocaso.
El pacto se cumplió y Memo tuvo a partir de ese día amigos de todos los tamaños y colores, que lo acompañaron en sus momentos de soledad, tristeza, desolación y cuando más desesperado estaba por la falta de dinero, no fue un humano quien le mostró el camino, fueron los monstruos quienes lo condujeron por la senda del triunfo, pero el camino que le habían indicado era como solo un monstruo lo puede concebir, trabajo duro, tropiezos, más trabajo duro, tropiezos, señalado por ser diferente, cual monstruo tuvo que emigrar y buscar su lugar en un Mundo que no lo comprendía, hasta que llegó el día que entendió que el Mundo era su lugar, entonces fue que encontró monstruos como él, monstruos de la pintura, escultura, música, canto, actuación, dirección.
Y fue gracias a esos monstruos y ese sendero que el día de hoy he disfrutado de La Forma del Agua, una obra de arte como hace mucho tiempo no había en el cine.
¡De corazón gracias Memo por compartir tu sentir, tu mirar, tu arte!
Escrito por: Juan Pablo Trejo / supermansteel
14 de enero de 2018