domingo, 12 de abril de 2009

El evangelio según Clark




Un divertimento, un espectáculo lúdico y cachetón, irreverente y cargado de ironía es el que se presenta en la escena teatral con un hipotético encuentro entre Super (sin el man por los derechos de autor) y Jesucristo. No es claro de donde surgió esta idea al autor, director y actor de esta puesta en escena (Richard Viqueira), para presentar – eso sí, esta original obra con un columpio de por medio-, en el escenario del Teatro Helénico. El evangelio en versión de Clark.
Pero como dicen en la Buenos Aires, vamos por partes: El evangelio según Clark es una auténtica porquería sin pies ni cabeza. Sacrílega, pero con mucho sentido del humor; con un texto inaudito, pero con diálogos inteligentes; con muy poca o casi nada escenografía, pero con excelentes actuaciones. Dinámica, y con mucho esfuerzo físico de todos los actores. En una hora con quince minutos pasan escenas inverosímiles.
Todo inicia cuando Luisa –novia de Super- muere aplastada en la casa de Clark, pero como el Superhéroe no puede vivir sin su amada, vuela alrededor del planeta en sentido contrario a la rotación para volver el tiempo atrás, pero también los héroes se equivocan y cuando detiene el vuelo, el tiempo se fue de dos mil años atrás donde encuentra a Jesús antes de la última cena.
El columpio llena la escena, es el centro gravitatorio física y emocional de la obra; es el vuelo de Super, es la casa de Jesús, la cruz, el tubo para el table dance. La multiplicidad de usos es el equivalente a la imaginación del director; el columpio con su vaivén como metáfora de un mundo que se mece en dirección de las corrientes políticas y religiosas. El poder por encima de la Fe. La figura del Salvador en un cómic teatral.
Y sí tenemos en la escena a Jesucristo y a Súper, no faltarían Lutor y Judas, sin olvidar a Magdalena, quien se roba el escenario con sus bailes y sensualidad. En el columpio se cumplen todas las fantasías.
El evangelio según Clark, cuenta con las actuaciones de Mauricio E. Galaz (Super), Marco Aurelio Nava (Jesucristo), Carlos Valencia (Clark, Luisa y Magdalena) y Richard Viqueira (Lutor y Judas), quien además es autor y director.
Cabe señalar la excelente actuación de Carlos Valencia que interpreta a tres personajes de manera excelsa, los cambios de vestuario lo transforma de manera sorprendente, con una gabardina, sombrero y gafas se convierte en Clark (alter ego de Super); con una peluca y sin gabardina, gafas y sin sombrero es una sensual y atrevida Magdalena.
El lenguaje escénico es audaz y descarado desde la perspectiva de la religión. Para los devotos de Jesucristo es quizá un juego que no tiene que ver con un espectáculo teatral y una falta de respeto hacia las doctrinas que tienen a Jesús como El Mesías. Habrá que esperar la reacción de la Iglesia y demás grupos religiosos con la controversia que esto pudiera desatar. O quizás pasa inadvertida y sólo sea una obra más… Una gran irreverencia.


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